[Imprescindible escuchar la canción del día mientras se lee este post]

Existe ese tipo de amistad que por muchos años que pasen, sigue ahí al pie del cañón, a tu lado, aguantándote en tus mejores momentos pero sobretodo en los peores.
Aguantando tus desplantes (ya sea porque te haya picado un mosquito en la oreja o porque se te haya cruzado un camión cisterna que ha comenzado a arder y has tenido que salvar al conductor), tus lloreras a cualquier hora de la madrugada principalmente por hombres, tus llamadas sorpresa para ir a algún karaoke a cantar hasta quedarse (ella, por supuesto) sin voz... Aguantando que, después de años y años de amistad, las veces que hayáis salido de marcha juntas se puedan contar con los dedos de una mano. Aguantando que nunca le presentes a tus “novios”.
Aguantando todas esas cosas y un millón mas, y aun así el día que te ve, llega con la sonrisa en la cara, con algún que otro regalo para darte, con mil noticias nuevas que contarte, y sin ningún “pero” que ponerte... y parece que el tiempo no ha pasado desde el último café que os tomasteis en el Starbucks (PUBLICIDAD).
Y las risas se multiplican con los años, al igual que las amistades se van dividiendo, pero la suya siempre está ahí. Y parece que se debe a que esa amistad por la que ninguna dábamos un duro, es la mas fuerte, y la mas duradera. ¿Porqué? Porque entre nosotras no existen secretos, porque la sinceridad es nuestra máxima, y no permitimos que nada ni nadie se interponga entre nosotras.
Porque hoy más que nunca es cierto eso que dicen “Los buenos amigos son como estrellas... No siempre las ves, pero sabes que siempre están allí”.
Porque hoy más que nunca soy yo la que te da las gracias por seguir aguantándome y por seguir queriéndome (tal y como soy).
Porque hoy más que nunca eres mi mejor amiga, mi mejor apoyo, mi hermana del alma... y siempre lo serás. Pase lo que pase.

Tenemos un viaje pendiente a Nueva York, y toda una vida para cumplir sueños. Y espero que sigas a mi lado para vivirlos conmigo.