Hace un rato, hablando con L. me asusté de todo lo que he cambiado (¿madurado? no lo creo).
Antes era una princesa que esperaba un príncipe en un caballo blanco pero... cosas de la vida (no sé los motivos reales) ya no espero. Y eso no es malo, lo malo es cerrarse.
Lo malo es no querer conocer gente para luego tener que dejarla ir... Lo malo es no querer arriesgar ni apostar por nada ni nadie, porque todo se acaba y porque todo irá mal... Lo malo es saber que tienes la felicidad al alcance de tu mano y no querer alcanzarla.
Me he dado cuenta de que no creo en el amor. Mi amiga dice que “hasta que encuentre a uno” que me haga cambiar de idea y me demuestre lo maravillosa que es la vida y todo sea de color rosa (léase con ironía), pero yo no lo creo y tampoco lo quiero.
No quiero que nadie me demuestre nada, porque eso sería subordinarme al dolor, a poder sufrir y a poder llorar... y a la vez a poder ser feliz.
No quiero que mi felicidad dependa de nadie, quiero ser yo misma la que decida ser feliz sin que nadie tome esa decisión por mi.
No sé, tal vez me engañe a mi misma pensando todas estas cosas. Tal vez ella tenga razón. Tal vez alguien me haga cambiar de pensar, de parecer, de sentir... o tal vez no.
Quizá mi destino me depare otra cosa diferente a lo que siempre había soñado o pensado.
Etiquetas: delirios, felicidad, pensamientos
Me sentí identificada con muchas cosas, fue lindo leerlo.
Besos.