Risto Mejide:
"Corazonarras"
El mercado emocional de primera mano se agota. Se acaba. Se extingue. Es un hecho. A estas alturas de la soledad, todos recurrimos a la segunda mano, repleta de corazones usados, maltratados, agrietados, a reformar, y eso cuando hay suerte y no están de derribo.
Los habrá que opinen que ya no se construyen relaciones como las de antes, de materiales nobles y duraderos, con inmensos espacios sólo para dos. Pero lo cierto es que jóvenes y no tan jóvenes especulamos hoy con el compromiso, y eso hace que podamos encontrarnos con opciones para todos los gustos, colores y metros cuadrados.
Hay corazones tamaño zulo, ideal parejas, con relaciones minimalistas o de diseño y los hay muy pero que muy generosos,
tipo loft, todo en el mismo espacio, normalmente a compartir entre varios inquilinos.
Luego están los que quieren querer en zona tranquila, que suele ser sinónimo de aislada, de difícil acceso y normalmente muy mal comunicada, pero los que llegan a acostumbrarse, aseguran que no la cambiarían por nada del mundo, menos ruido y menos contaminación.
También están los amores pleno centro, siempre a pocos metros de cualquier cosa, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva. Aquí lo importante está en saber si son exteriores o interiores, porque eso determinará si les entra mucho sol o mucha sombra.
Los corazones ático normalmente tienen buenas vistas, amplios horizontes y grandes terrazas con muchas estrellas, pero en este caso es vital que dispongan de un buen ascensor para poder poner frecuentemente los pies en el suelo.
Y los que están más abajo son más oscuros, dicen que más seguros, aunque claro, con lo que grita el asfalto, es mucho más difícil oír las cosas que nos va contando el cielo, como por ejemplo, si mañana saldrá el sol.
Qué más. Ah, sí. Algunos te los venden con inquilino, lo que pasa es que no te enteras hasta que estás metido hasta las trancas. Otros parece que están muy disponibles, pero es falso,
en realidad sólo están esperando a que suba la cotización de su compromiso. Aparte de eso, siempre es bueno fijarse en dos cosas más. Primero, la calefacción, mejor natural, si no quieres congelarte el día que se vaya la electricidad (que se irá, de tanto en tanto te aseguro que se va). Y segundo, si tiene o no trastero, ese espacio donde se almacenan las cosas que parece que ya no importan sólo por el hecho de que no se utilizan.
Por último, mención especial merece la mudanza, ese proceso que, a medida que te haces mayor, cada vez da más pereza, porque siempre acabas perdiendo cosas que sólo echas de menos una vez ya te has mudado.
De todos modos, antes de empezar a mirar te recomiendo primero que decidas si quieres amar de compra o en alquiler. Las dos tienen sus pros y sus contras, no te voy a engañar. Si compras tendrás la falsa ilusión de que ese amor es tuyo y de nadie más, mientras que si alquilas, con la excusa de que no es tuyo, jamás invertirás lo suficiente como para sentirte de verdad en casa.
Da igual. Hagas lo que hagas, ten la seguridad de que se va a cumplir la inefable ley que rige este mercado. Bajará tu interés, seguirá subiendo el precio de todo lo que desees, y cada vez se te hará más familiar esa incómoda sensación.
La de estar hipotecado.
Para siempre.
Me tranquiliza saber que mañana saldrá el sol de nuevo, y que me espera un día lleno de oportunidades. Porque al fin y al cabo ESTO TAMBIEN PASARÁ.
Siento las posibles decepciones, chicos, si es que las hay. Empezais a conocerme. Empezais a saber que no hay que apostar nunca por mí.
Escucho Y llueve, de Vega.
Etiquetas: ADN, Risto Mejide
En vista d q no hay otra manera, hoy me decido a comentarte con mi nombre d verdad, a ver si habilitas los comentarios pa los q no somos d bloguer :P
Mira niña, siempre se puede apostar x ti, pq las cosas no se hacen cuando se quiere, sino cuando se puede, asi q no era el momento y arreglao
Completamente d acuerdo con el articulo d tan vulgar personaje, increible poder darle la razon
Un besazo muy grande y animo
Yahoraquebonita